Contando con el permiso de mi hoy querida amiga y con las advertencias sobre el patriarcado que van en Corazón Mío.
Hablamos del clima el día que al despedirse dejó un sobre en la mesa con una docena de fotos en las más provocativas poses, y una nota que probaba cuán transparente era mi perversión: ¿Quieres conocer con cuántos, cuándo y cómo estuve?
Supe entonces, por ejemplo, la verdadera razón de que a su asesor universitario -siempre el poder obrando, ¿ven?- lo sorprendiera cómo desplegaba tales y cuáles destrezas. Era fantástico, pongamos, la forma en que se acercaba al sexo masculino imitando a una gata cuyo solo pícaro gesto bastaría para desquiciar a cualquier, tomándolo luego sin usar las manos.
Aquella beca que decidió hacerla quedar alentó la publicación de un libro, cuando todavía me resistía al trato cuyos términos le permitirían olvidarse de deudas conmigo.