Betty Blue, de Jean-Jacques Beineix
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Meses después de iniciado, el diario pone punto final para que la Tic, N y yo desaparezcamos en el pueblo mágico.
Al leerlo de largo nada se diría accidental. ¿Seduje a P?, ¿me buscó sin demostrarlo? La explicación es muy simple, ni caso tiene darla.
Antes melones, ahora sandías o mangos. Tiempo de híbridos, si apelamos al cancionero, o purísimo, según un viejo decálogo.
DE LO QUE PERDÍ AL DESAPARECER LOS BLOGS SÓLO ME DUELE TU VIÑETA, TIC, TAC, AUNQUE LA LEYESES SEGÚN LA HACÍA. VUELVES AHORA Y ODIO NO TENER LAS IMÁGENES QUE EN ALGO NOS RECOGÍAN.
CUESTAS UN ENORME TRABAJO, P Y YA NO MÁS FALSA A QUE DE PASO CONFUNDÍA, JJJ (ANTES NO JEJEABA; ACOSTÚMBRATE, ANDA, SIN HUMOR NO LO CONSEGUIRÉ).
RECUERDO QUE CALLÉ NUESTRA HISTORIA DURANTE OCHO AÑOS.
"Ahí hay algo más que cariño entre una jovencita y su tío postizo", escribe una mujer en el barrio virtual, bajo la rigurosa foto diaria que coloco de P, la Inesperada.
"Pues si usted dice", respondo luego de infinidad de insinuaciones parecidas. La por lo común silenciosa coimplicada pierde la paciencia:
"Sí, somos amantes y pronto padres de una criatura, aunque no se note."A los tres metros de distancia entre nuestras computadoras volteó:
-¿Te enojaste, Tic?
-No, Cuac -responde esta vez imitando al pato en el cual me convirtió por incomprensibles motivos, y casi de un salto cae sobre mí a picotazos (chale, Inespe, qué espectáculos, jjj).
Un par de minutos entre un año hay ahí, P y nunca más otra sigla, hasta el día en que me dé permiso y ponga al fin las cinco letras, las canciones y todo lo demás nuestro, nuestro, conforme insististe en el único videochat con sentido, dije temiendo maltratar la memoria, necesaria en ese instante y no en este cuando ya no sé si borro el pasado pues el día a día que inauguras es el de la ella con quien jugué al amor como nunca antes ni después, de tan completas las maneras; el de la ella entonces, sigo, mejorada -y he de medir muy mucho las palabras, mujer ahora, porque si renuncié en diciembre de 2008 fue gracias y nada más que gracias, justo, a lo único cercano a cuanto significan los hijos, los nietos y el hermano pequeño, y no se te escapa un gramo de lo que hablo, no a ti, la entendedora de todo en mí, modelo exclusivo tú sí... la rima, ¡mira!, qué importa lo mala, de regreso en homenaje a la bien querida, con la cual sobran los rubores, los excesos que se temen, absurdos entre un par de excesos, desborde tras desborde, hasta el infinito, suene como suene la retahíla estilo poeta siglo XIX de la más baja categoría.
¿Vamos a dormir?, debo preguntar porque no miente y no quieres que lo haga el registro de este coso, insomne pareja a quien en tres horas demandará la jornada del niño en la foto, sobre la arena los dos.
Yendo a la cama en el muro virtual (me gusta dormir ahí ahora, dice la confusión de sujetos, jjj), que no puedes ver, cuelgo esto, ajeno a nosotros.
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Anoche dije muchas boberías aquí, no tuvimos tiempo de hablar y las corrijo antes de que espíe sin sentido tu reacción, porque hoy sí todo comprendes. No lo hacías entonces, pequeñita, y desde luego ni a quien de los dos importe. De amor cuanto había entre nosotros aún antes, sobra decirlo, de la tarde en la cual tendiste el puente para la urgencia de los cuerpos-ventana. Eramos las dos pequeñas criaturas extraviadas a quienes el azar reunió. Apenas nos vimos me convertí en tío, padre, abuelo, cómplice, girando a solas con la joven provinciana veinticuatro horas tras veinticuatro horas.
No sé cuánto reproduciré el año que habitaba el yo joven todavía a pesar de los sesenta años. Estos días te pasé fotos mostrando los efectos de la edad y tus comentarios fueron los previsibles. Desesperada por animarme y contra cuanto llevas dentro, ofreciste convertirnos en amantes virtuales y mi respuesta fue también obvia.
Enorme trabajo costó el reconocimiento de la vejez contra la que nos previne y no cometeré el pecado de ensuciar la historia.
Cuando en las camaritas leía unas líneas para ti, levanté la cabeza y tu hermosísimo gesto recordó a este -es E.
¿Volver a contar el 2008 por completo tuyo, cuando no eres más la sombra que lee sino la de dentro de una hora con treinta y ocho minutos en un segundo video chat para el cual no me bañaré ni cambiaré la ropa con que duermo y fui ayer al taller (hace rato acostumbro eso, Tac para variar y aprovechando el regreso del péndulo que hace alto a lo súbito, vuelve hacia atrás y no abandonará más el rincón-cobijo, la mujer de negro sentada está vez en la pesa, siempre con la amable sonrisa).
En realidad, Inespe, en la viñeta perdida conté sólo una escena: la de tú desde el sillón de rústico cuero y varas decidiéndote a decir de corrido, sin pausa que se prestara al natural equivoco, Te quiero como hombre, luego del largo rato con la mirada sobre mi espalda, común recreo, creí.
Es hora, cosa.
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¿Me dejas poner una semimelcochada que esta mujer canta muy bien, como todo, verdad?
-Te quiero como hombre.
Por la confusión perdoné la broma. Tu voz no dejaba dudas, hablabas de algo muy serio, y mi breve tardanza en responden no fue menos parlanchina. ¿Lo venía esperando inconscientemente y trabajaba para ello? Por meses repetí la pregunta en silencio o en voz alta.
Contesté de acuerdo a la etiqueta y al ruego en cuando menos el primer plano de mi interior: Mal entiendo... no lo hagas, por favor, niña... Lo esperaba, desde luego. Dos meses y medio compartiéndolo todo, tú con la seguridad de estar sola en el mundo, no importa cuánto de lejos tu madre y hermano te procuraran, y yo ojos absortos por la llegada dos años atrás del par de maravillas llamadas nietos, con quienes seguía pasando cada tarde de pe a pa y algunas noches que empezaron a espaciar el hijo y la nuera, previsores. Por la calle siempre el contacto de las pieles, normal según los papeles y tu miedo al exterior: de la mano, del brazo, recargando la cabeza en mi hombro o mis piernas, yo acariciándote el pelo o la espalda o los brazos, un beso si la desazón pasaba los límites usuales.
¿Paro, Tic? Gran exceso decir que no desaparecimos la una para el otro. Ocho años. Para ti, los de encontrar una pareja, ni más ni menos, ni más ni menos, mujer escabulléndose de su especie, que habla con hormigas, caracoles, escarabajos -nuevamente cuán poco percibió N a la que estaba detrás y me dirigió a su blog-. El mar para ti sola y sobre todo, luego de un monumental brinco por encima del miedo, ese niño a tu vera en la fotografía, gemelo.
Las tuyas las borré una a una entre el escándalo de lágrimas que duró horas al regresar del aeropuerto. La única viva me sirve para estar seguro de no haberte imaginado.
La belleza en ti se explica de varias maneras -ella se explica; no hablo de razones.
¿Vamos a la cama -ay, qué duro pegó eso-?
Inevitable que el idilio durara de principio a fin en la relación y la trascendiera. Tan poco el tiempo, tan peculiares las circunstancias.
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Fui a la fiesta de cumpleaños de la Dany, que es mi hermanita, mi mamá, mi cómplice. Por eso y por respetar tú domingo, no hubo correos está vez.
Tu Cuac se volvió un viejo simpático y confiable. En la cabeza toda la tarde-noche, la Tic del pasado y el presente.
Me preparaste para las mujeres jóvenes como abuelo. De admiración era la cosa, aprendí contigo desde los intercambios antes de que vinieras. Si tenía una práctica muy desarrollada en los cinco varones de mi vida e hice grandes avances con las mujeres cuando lo permitían y aún sin hacerlo, gracias a ti di el salto.
Les costaba trabajo entenderte. Yo aprendí rápido, ¿no es cierto? El hermano pequeño sirvió de gran maestro.
No te abandonaré más, cosa. En la soledad andarán los recuerdos y su recreo. En lo demás representaré al mismo de hoy con seis jóvenes incorporándome a sus confesiones y bromas secretas.
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Hoy mis sesenta y ocho, Tic, y a las 12:02 mandas esto
El Circo del Sol me quedó chico para que escucharas cómo intentaba escapar de la pérdida irreparable entre quienes por la edad creerías una compensación.
Cumplí sin falta la regla de no traspasar hacia otra los cuerpos y almas que generosamente se me daban. La alfombra mágica en la cual hacía el viaje eras tú. Sobran las explicaciones pues sabes bien cómo obra el amor en mí cuando rebasa cualquier forma.
Canción se llamaba una de la docena que compusiste para este modestísimo hombre. Me vestías de notas y letreros en su camino.
Conoces a la Mal nombrada, de quien en el muro que no me decido a abandonar acabo de bautizar por vez número mil con un Pareja. En las ventanitas abajo una joven trasnochadora se da a la seducción, animada, creo, por el alcohol. Canción me hiciste, cosa, y el resto que quedó basta para la buena fortuna presente.
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Desde luego llamaría, Tic. Ni referencia a la joven, sólo expresar la duda.
Por la mañana puse fotos de los hijos y los nietos, pues si de amores mayores se trata, como bien sabes ahora. Faltó el registro del hermano pequeño. Sigo vivo de milagro y nadie más tú se da cuenta de cuánto lo necesito cerca a pesar de que moro en él. Sus ojos, Tic, la manera de rascárselos con el dorso de la mano... la sonrisa, el mentón, su piel un poco áspera.
¿Y tú? Me siento joven hoy y al verte en la pantalla tuve el impulso de ir por ti.
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Sin mencionarlos hamacaste los espasmos por el que frente al espejo y las fotos de hijos y nietos fue el último episodio de la aventura que inconscientemente se precipito contigo. En una viñeta contigua, a la cual te asomas, sé y ni caso compartirla en nuestras conversaciones, el poeta que de cuando en cuando leíamos juntos, a quien vi poco antes de tú llegada y de la muerte suya, habló por mí, espero.
Asombroso efecto el de los gritos que eché a diestra y siniestra mientras contemplaba en la pantalla el último cruel retrato de la edad. No más delirios con jóvenes -o viejas, jjj, vaya a ser que sólo cambiara de giro, en pie el negocio de macho, jjj).
Entre carcajadas la damita sorprendiome con un:
-Seis en B.
El par de horas anteriores evité fisgonear lo que hacía con aire secretoso. Era sobre una gigantesca hoja de papel estraza, cuyos bordes escurrían por toda la mesa redonda, jaloneados una y otra vez entre un alegre nerviosismo que ahora en las manos se transmitía luego a los pies.
Imaginativo yo y de una cerril insubordinación ella contra cuanto representara rutina, procurábamos el amor en lugares insospechados.
Al mapeo de esos nichos se había dedicado la Tic, numerándolos y representando las alternativas en cada uno (¡tipa tan loca!, jjj).
El problema vino después, en el continuo, fatigoso (jjj) espiar dónde no había huella de nuestro trabajo, que en tal parecía convertirse el placer.
(Son cinco y media, cosa, y no me tengo en pie. Tú debes estar despertando para preparar lo que necesita la fantástica existencia por quien la vida se convirtió en un maravilloso viaje inesperado -como tú-. De nuevo olvido que para ti el reloj se retrasa una hora.)
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Sí que soy tu hombre en los términos del otro ídolo... según pueda, añado estúpidamente, pues sólo un rol me queda, frente a ambos. Necesitas al viejo compañero y el traje lo visto las veinticuatro horas -¿azul, es?-, con sombrero y todo, no te quejarás -otra obcecación tuya, la única inútil... hasta ahora. A las 5:31 me descubro en despedida, mi señora, hacia el telón de fondo desde el cual apareceré siempre que quieras, en ochenta y nueve minutos, confío, jjj.
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Dejo lo que sonaba en la madrugada, poco antes de vernos un momento por las camaritas.
Cerré la cuenta pequeña de la red social, estoy en la de apenas cincuenta y tampoco me siento cómodo, Tic. Ni con ella ni con ningún círculo más, como cuando nos encontramos y vivía exclusivamente por el par de pildoritas, a tope desde luego -nunca tanto desde los de la eterna pregunta y el Santo Lugar-. Por ello supe ser el que los dos queríamos.
Las personas me enamoran en su simple estar, no tengo que aclararte, y ando sin falta pletórico de cuanto hay, desde lo más pequeño, empezando con lo más pequeño. Mis iguales, en cambio, resultan emocionantes uno a uno y una a una, y al reunirse producen vómito -jjj, qué exagerado tu Cuac-. Adoro a los pocos y a los muchos, siempre y cuando no sean de mi clase.
Menudo innecesaria aclaración para quien mejor me conoce, P.
¿Habrán pasado los cinco minutos con veinte segundos de lectura, que cubre la canción?
Oh, ¿ves la luna? Nuestra caprichosa tiene hoy uno de esos cuatro paseos anuales en que a medianoche saluda a 11, jjj, como numeraste la ventana -el escritorio y la ventana, claro, jjj.
No estás del otro lado del mundo en relación al Cuac pero está noche eres antípoda... como todas, ¿sí? Nos complementamos, entonces.
Voy a escribirte una carta, ahora mismo, que hay cosas que no viene a cuento decir aquí.
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Por casualidad sigo despierto a las 5:21, jjj. ¿No habrá modo de darle un mazazo a uno de los polos para que la cosa esta semiredonda gire al revés y sean tus 6:21 y pueda llamarte ya, jjj. Quita esa sonrisa... en un par de horas, relojaprovechada, jjj.
Ah, el amor de viejo -y de joven y peor de niño-, tan abnegado -son las horas usuales para el "trabajo", sabes bien.
Ni describí el Ticplano ni a la Ticdeplano, jjj -el sueño aún me pone doblemente chistín.
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¿Te gustará, Cosa? (Qué horror, escribo cuando días después la escucho sin la borrachera de la madruga. Queda como registro de mi tontería y en su lugar suena lo de abajo.)
¿Eso está bien escrito? De todo dudo hoy y tienes culpa en parte, por el amanecer de ayer. Tu nueva, inédita paz termina convirtiéndote en una criatura luminosa. Viene del niño, de tú con él, a quien vi y escuché un momento.
Estiro las manos, tómenlas y llévenme.
Me molesta compartir la viñeta en el Google+. Ni modo, es lo más accesible para ti.
Falta poco para terminar el libro de las cinco semanas con el horror que me mejora en mucho. De ahí la otra porción de mi total falta de seguridad.
Si siempre creí en una distinta travesía que la destinada, ahora lo confirmo.
¿Qué debo hacer a partir de aquí?
Anoche de nuevo hubo una silenciosa llamada por teléfono. No estaba convencido si madame Rin, ring volvía a las andadas y atendí al fondo del vacío de voz, pues M solía anunciarse a través de él. Era tan extraño, Tic.
No te conté que por unos días tuve miedo. La llamada no me lo regresó, tal vez porque dimensiono menos mal el asunto.
Eres la única a quien compartir esas cosas.
Mi antigua insistencia en marchar adonde fuera. Viajé a la ciudad de Filiberto, ¿precisas quién es?, buscándolo. De hallarlo iniciaría de alguna manera el real viaje al Níger con el abuelo, cuya oportunidad, por cierto, no inventé.
Ya no estabas, un agrio, tonto enojo entre la nuera y yo cerró las puertas a los nietos, y exhausto de tanto desear la muerte amando tanto la vida, presté atención a la charla de una conocida. Requerían un promotor en el río más largo del mundo, así de sencillo y sin sentido. En el río, en las poblaciones ribereñas a lo largo, y no en tal o cual nación.
No te daré detalles, excepto que había pasaje de ida solamente. Me propuse, jjj, y ni caso reconsiderar pues a lo súbito olvidaron el proyecto.
Echarse a la aventura por el país es inimaginable en las condiciones en que estamos, reeditando la experiencia a los veinte años y si de viajar se trata está esa monumental realidad a la orilla de casa, ¿no?
Uy, olvidé la música. ¿Qué pongo?
Mira, tenemos para un buen rato.
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En la siesta de las siete, jjj, tuve un sueño que casi me obliga a revelar la razón de llamarte P, además de que es tu inicial. Venía también de Plastilina. Ay, Tac, ese primer día como el algo más al cual me decidiste.
(Perdona que meta cosas de otro lado, cosa. Sonó con insistencia el timbre de la red. Ve cómo me tratan ahora. La damita que inicia tiene diecinueve años, jjj.)
Acá y Allá
- Leslie Jajajaja cuando vayas a casa de Regina (ahora si) te iré a hacer bullying nivel leslie triste ... O sea mucho
- B Uta madre jjjjjjjjjjjj
- ¡No liquee, Itaj!
Nos encontrábamos en un viaje de vacaciones entre jóvenes, sin conocernos. Tenías una gran amiga, los demás, hombres, eran parte de mi grupo, debo poner entrecomillas, pues no los reconozco en absoluto. La insinuación estaba en el viento y los colores playeros, en el barullo de un camino vecinal y la casa que ahora identifico: una variación de la primera al volver a la ciudad luego de los provincianos años -te hablé de ella, seguro-, con un anexo al fondo, tras un hermoso patio natural, no con higueras, a la manera del real -el otro real, porque este existe ya por el sueño o estaba en algún rincón interior.
Los cuerpos se juntaban casualmente y los primeros besos en una caprichosa posición podían creerse producto del fácil acceso a los hombres, que dábamos por supuesto -es decir, una P al revés de la conocida por todos-. Tus volúmenes asomaban entre una blusa y una falda larga de sencillo algodón, con el exacto, enloquecedor jugo de tu piel y lo que empezó a descubrirte plastilina -en el sueño y en nuestro departamento.
La previa decisión de penetrarte sin preservativo copió a la vez aquélla tarde y por ello tuvo el mismo significado, aquí incomprensible pues no había claro presagio de lo que sucedió muy lentamente y fue asombro por el breve tiempo ocupado... sin pausa, mientras no sólo yo sino los dos nos maravillamos de la auténtica plastilina en la cual te convertiste.
Si sabías bien, lo sabían hasta quienes no tuvieron derecho a tu placer, que eras de una flexibilidad apenas concebible, el nivel rebasaba la imaginación, sin separar un milímetro nuestras pieles, ni más ni menos que aquella tarde.
No necesitábamos revolvernos gran cosa, echados en una confusión de sacos para dormir, telas que no venían a cuento allí y sí en el futón azul, sin mueble, transformado en colchón cuando marchaste, que adornabas con pasminas y chales hindúes, los almohadones de artesanía en riego.
Difícil precisar si el sueño aceleró la velocidad de la entrega sin reservas, que se acompañaba con frases similares a las de entonces y una connotación revelada en la cercanía de los otros y su inverosímil descubrimiento de lo que sucedía tomándonos por sorpresa también y antes que nadie a nosotros.
Exagero con la similitud de las frases, ocurrentísimas, posibles ahora gracias a juegos de palabras como los de aquí arriba, y no hace ocho años. Su contenido en cambio superaba incluso los reales -obsesivo yo con el subrayado- ya que un rato antes no teníamos relación alguna.
No consigo reproducir las palabras que soltábamos por instinto y creyéndonos incapaces de ella.
-Nuestra boda.
-Sí -te temblaba la voz.
Ese diálogo se producía tras tu tercer orgasmo y la inminencia del cuarto, luego de un primero al par de minutos de que iniciáramos los besos y un segundo menos de cinco más tarde.
(Repito para mantener el tono.)
Exageró el sueño pero no mucho, ¿verdad?
A la manera de cualquier parte del cuerpo, no hay dos sexos iguales en la tierra, doble P, y el reto al describirlo es su continua transfiguración. El tuyo a veces se ensanchaba y ahondaba prodigiosamente -lo hacen todos en un cierto grado, creo, porque la Niña lo experimentó... por primera vez, sin imaginar cómo descubrí el recurso contigo, generosa mujer sin temores a nada que se relacione con el cuerpo-. Era así por completo vivísima tela sobre paredes que bocetaría de tener una mínima disposición al dibujo.
En el sueño permaneció siempre en el desborde de la carnosidad que hacía de beso, agradecimiento, demanda por no marchar. Las manos de ambos se comportaban con extrema delicadeza, morosas, igual que el resto de aquél conmovedor amasijo que éramos. Las tuyas empequeñecían para subrayar tu ternura y no había necesidad, digo a quien mande en esos temas, porque las que tienes, educadas o no por el piano, sobran.
Un acto tocado por la divinidad, desde luego, piensa el yo que jamás pisó una iglesia. Por ello la amiga trajo un plato de comida y una jarra con jugo y los dejó a nuestros pies. (Es tan obvio, Tic: las imágenes mezclaban el recuerdo con estampas de la pintura renacentista o del impresionismo, da igual así parezca un ex-ah-brupto, jjj.)
Paro, que estas cosas cansan por mucho que se disfruten.
(No consigo abandonar la máquina a pesar de que te encontraré reencarnada apenas cierre los ojos. Perdona las licencias al citar a otras mujeres. Lo hago certificando la llana memoria que son el año juntos y los siguientes sin ti, que entretanto creabas la historia amorosa cuyo desarrollo sólo detendrá la muerte, mujer de absoluta fidelidad.)
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Maga, puso el gran escritor a su personaje. Yo hago garabatos y así muy mi derecho en nombrarte de la misma manera. Eso fuiste en nuestra llamada de hoy.
Que la pasión la viviste conmigo y nadie más, dices por la pantalla y evitas explicaciones sobre el cómo tenía razón con la última frase en la viñeta esta madrugada.
Quieres pues darte también al recuerdo del año nuestro. Lo relataré para los dos y considerando que a las palabras una hora vivida les toma meses, tenemos para quién sabe cuanto, mi Tac.
Pediste una canción.
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Me devuelves las fotos que mi tristeza borró y conservaste. Vienen dentro de un archivo titulado Nuestras, en orden numérico y con un breve pie. No hay comentarios en el envío. Complementan la llamada al amanecer. La llamada y no la charla, digo correctamente. Sin siquiera el Hola, de tu rostro que adornaban los pequeños pendientes y el cabello recién lavado, pasamos a la vista del mar. Contra él todavía en sombras y una plancha de nubes repletas que amarilleaban, tu casi imperceptible tarareo, sin duda para no opacar el de las olas. (Tarareabas esto.)
-Te quiero, Cuac.
Debería decir ahora que froté los ojos para cerciorarme de no estar en un nuevo sueño, pero la imagen es fatal por manida y miente, jjj.
Espiándome en el cuadro contra una esquina de la pantalla, te contemplaba con una mirada -hermosa, escribí, quité y repito- que no era del todo igual a la de la foto que más me gusta.
Seré quien necesites, Tú; el que por "un azar que no busco comprender coincide exactamente" con el yo ideal.
Vi las fotos siguiendo el discurso que insinúas.
Damos por terminada la viñeta, ¿verdad, Clown?, como al fin caigo debí bautizarte también, según recuerda la cámara.
Despidámonos juntos del auditorio, que con renuevo o no esta sigue siendo la última función.
Eras hija de mi mejor amiga virtual en los inicios de la hoy famosísima y siempre apestosa red, a quien hacía de confidente de un agitado romance por el viento, como madre soltera cuyo par de criaturas terminaban la licenciatura animándola a "tomar el cielo por asalto", en palabras suyas.
Te conocía un poco a través de la propia red y de los telefonemas usuales entonces, pues el híper no daba aún para mucho. Tío, empezaste a llamarme y cuando ella resolvió reunirse con su amor en otra ciudad, te negabas en redondo a acompañarla y a cambio pedías venir a esta ciudad a continuar los estudios en canto.
Tu ma me consultó la posibilidad de recibirte y respondí Sí enseguida. Iniciaba mi tercer año de delirio con los nietos y la peculiaridad neuorológica de la todavía no Tic, que te había conducido a música como la siguiente -con la cual me familiarizó M-, era un motivo extra.
No paso demasiado la raya al afirmar que entrando por primera vez a esta casita nos conquistaste a los dos y que a tus ojos resultamos la clara promesa del hogar siempre anhelado.
El trabajo que encontré con los grandes amigos dejaba ingresos apenas suficientes para una pobre supervivencia y en compensación lo hacía en casa usando dos o tres horas. Eso era lo que permitía pasar ocho reglamentarias con las cositas, sin minuto nalga, excepto los domingos y agregando algunas noches completas.
Llegaste a fines de diciembre, cuando ellos estaban en la playa y pude dedicarme enteramente a ti.
(Esta canción y su autora eran de culto para ti. La ovación al finalizar nos la dan a nosotros.)
Pateamos la ciudad a gusto en ese par de semanas tras llegar, con una tú desconocida ante ti misma por radiante en el espacio exterior, que te intimidaba o te sacaba de quicio hasta la rabia manifiesta.
(Escuchando la canción me doy cuenta de que cuantas pides son un grito.)
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Un amigo me regañó por escribir la viñeta exhibiéndonos, Tic. Hago entonces una tarjeta estilo redes sociales en la que un coqueto reloj con moño rosa y carita de niña y un trastabillante pato canoso que eructa corazoncitos comunican el derecho a airear su buena fortuna en el reino de los simuladores.
Soy muy afortunado con esas muestras de cariño y confianza, que creo te debo en mucho, Gesti. La Acá y Allá me contó dos grandes historias personales. Lo hizo además con una extraordinaria capacidad para el relato, presentándome a un par de hombres, su padre y un aspirante, también con existencias y narrativas poco usuales.
Vivimos entre criaturas irrepetibles y maravillosas, las conozcamos o no. Reivindicar lo que tú y yo pasamos juntos en 2008 y ahora es revindicar el secreto de todos y todas.
De secretos y misterios hablando, va la música -sin falta es de lo muy estimado por ti.
Betty Blue, de Jean-Jacques Beineix |
Misterios también por lo oculto en nuestra relación anterior. Cuesta un enorme esfuerzo desestigmatizar el sexo. Describí un único evento y a través del sueño y ya somos sospechosos de varios crímenes: impudicia, frivolidad... Y el sexo estaba en cuanto hacíamos desde el primer inocente día -hay palabras que deberían borrarse del diccionario y de la memoria... y no lo hago siquiera entre nosotros-. Lo había incluso y desde luego cuando me acompañabas al parque con los nietos, comenzando por las avidez de S al mirarte -jjj, ese enano era apetito puro por las féminas a los pocos meses de nacido... y antes, ni se diga.
(Pongo pausa a la Houria, porque esto reclama, y perdona el llanto, Cosa. La cantabas en momentos muy especiales.)
En plena jalea emocional, de modo que los quejosos se pongan cara a cara ante sí, volvemos a la estulticia perversa de los cuerpos -jjjxdos-. Con el mero Tata Nacho de fondo y en primer plano, porque a ratos entonabas trozos, fue el encuentro que te animó a trazar el plano.
Acostumbraba sentarme en el peldaño entre la sala y la cocina, contra la barra rematada en mosaicos blancos, y a horcajadas me cucaste, cosquillas y besitos de ida y vuelta. Con una camisa mía y la falda de algodón color arena, descalza para mi rabia -mucho ibas a servir neumoniosa, jjj-, todo tocaba o veía infinitamente más que si trajera demerol encima -jjj, escribo en un rasgo de humildad que boto a patadas porque allá quién no crea cuán poderosas dopaminas poseo (y va de vuelta la burra jejosa y que repara).
Odias los sostenes -y muy sin cuidado te tiene el asunto en la calle, lo que no pocos corajes nos ganó, sobre todo a la Tic, presta a embroncarse con los machos y las hembras cuando no lo son-; odias los coso esos, pues, y no había más censura a tu cuerpo que el calzón -ah, qué remilgosa la niña: Como la abuela, decías retando al mundo ante los aparadores con bikines y trapos por el estilo.
(¿Ya se pasaron los 3:20? Por si acaso.)
De hecho sentarme ahí se había vuelto una involuntaria invitación y como de por sí no la necesitabas, ni media sorpresa con tu movimiento y ni manera de detener el proceso natural que reglamentariamente a lo tardoso dirigía las manos, las bocas, las piernas, los cuellos, los pechos, las pelvis, en cuantos rumbos hubiera.
La plastilina del sueño es auténtica, no se reduce entonces a las articulaciones y puede comprobarse en las fotos que te sirven para visajes con inútiles pretensiones de ponerte fea. A la firme carne que como en el grueso de tu generación hicieron las aspiraciones gimnásticas y demás de madres y padres, la ablandaba plastilinosamente el deseo, y esa piel casi despoblada de los vellos que siempre me enloquecieron, pues según mi experiencia era sinónimo de apasionamiento y entonces no auguraba sudor abundante, en el P caso hacia una excepción, de estar yo en lo justo.
(Voy a trabajar, Tic. ¿Me cantas esto mientras?)
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Hoy no di pa mucho, Tic-Clown. Vamos a la cama, ¿sí?, aunque esté al final numérico del plano, jjj. A la nuestra, como permites seguir nombrando a todo en esta casita.
Espera, Inesperada, que en cuanto vuelvo aquí los ojos parpadean de gusto. Un rato, de menos para sentirte cuando lees, dice el blog registro y tú, que vienes porque te necesito y me lo haces saber. Prometo que estaré a tus séis en punto en la camarita.
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A las 12:48, hora del despertar, viernes veintidós en el mayo de nuestro año II, traigo la que fue tu canción y que sin acceso a ella por el Big Brother de la música virtual envío en un enlace (link!, ordena llamarlo la padrotería del híper y el gusto por sabernos colonizados:
Hay una segunda razón para que sea un enlace y entorpezca la lectura. Tiempo de seguir muriendo por y con las otras y otros, preciso ahora cómo iniciará el libro que hace tres semanas y media exige estar en diez días a partir de hoy.
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Nuestro amor, P, jamás olvidó las pústulas alrededor y dentro en ambos. De no ser yo el de los exilios legados y emprendidos y tú esencia de rechazo a las reglas y el lugar común, los caminos no se habrían hecho uno.
El viaje juntos reunió calidez y dicha a motones y un surtidero de dolor. Cuanto bueno nos llegara era en pago por las heridas propias y las ajenas que hicimos de nosotros.
De pronto tengo arcadas por la complacencia. La mía en la viñeta no la perdones.
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Contigo mesuré por primera vez mi delirio por Dylan, precisamente, incapaz él de cualquier complacencia.
Nuestras viejas paginas, digo reconvirtiendolo, conducen a muchas lados de mi vida, como las horas a millones -olvido a quienes no entienden las matemáticas puras- en que me acompañó.Acabo de ver a trozos una película de Woody Allen con personajes absoluta, deliberadamente ridículos en sus relaciones amorosas. Esos intelectuales neoyorkinos, pensé riendo con él, y rumbo a la compu me di cuenta: se carcajea de todas y todos. ¿Sí, P?, ¿tan patéticos somos? Seguro un poco, ¿y? ¿Te gusta la música que escuchamos?, es de uno de los trabajos de don David, otro reverenciado por los dos. ¿Rastreamos nuestra pasión, la de entonces y la de hoy, buscando el Tic-Cuac terciopelo azul?
Te obligué a partir porque temía la perversión en la cual soy un adelantado a secas gracias a Madame Ring, ring, como sabes. Repito el discurso para que el respetable tenga referencias. Se reduce a Cuánto más escurre la pus más dentro estamos. No hay gran cosa, si mido con los raseros Ring o la Valentina, quien me graduó en vejez, por herencia recibida, aunque mi padre traía toneladas a la espalda y en los tuyos no faltaba.
Las nuestras las produjo sobre todo el simple diario asesinato del deseo, como digo por sistema. No se trata de una bicoca, especialmente en tu caso, criatura extraña a los ojos de la estupidez.
Había sexo hasta en la sopa, y estoy algo más que usando una frase hecha, ¿cierto?, jjj -pronto contaré ese genial escena-. Y con el sexo un desborde de ternura veinticuatro horas al día, sin exageración.
Ya advertí: tan a la deriva ambos, después y antes de que dejará de ver a los nietos, pues a su veleta iba y el regreso cada noche a casa era una muerte pequeña amenazando con la grande, sino que lo diga el irremediable "ataque de pánico" -menuda imbécil categoría- por el cual y a pretextos pedía al taxista tomar un insensato camino evitando la vía rápida, sin fugas ni respiros, desolación absoluta; tan a la deriva, entonces, tan frágiles y tan breve el tiempo transcurrido, éramos idilio necesario y algo más.
El sueño místico procedía de nuestros místicos días. El pecado, en consecuencia, era original y según comprendí con otros y otras y la Purple Rain corroboraría, podía matarnos en un suspiro -de suspiros muertos hay poetas a raudales, jjj (los suspiros eran los que estaban caput, y no los vates quienes así quedaron, jjj).
-0-
Parca todavía, Tic, has contado muy poco de estos años. Intuye, me das a entender desde el nuevo encuentro. Es fácil hasta cierto grado y de esa manera traduces el misterio entre tú, él, las olas, el océano por cuyo horizonte se pierden juntos, supe en un preciso instante.
El Cosito echando a correr hacia fuera de cuadro para traerme el títere que le hiciste. Ay, Tic: ese yo con hilos está bien bonito, y tu enano mostrándoselo ufano al personaje de cuento que soy en la pantalla.
-0-La música se retrasaba respecto a las palabras, quizá por efecto de mi cada vez más magro equilibrio mental, P.
Eché una manita y ya está como tiene que... la viñeta y no yo.
De vuelta deja llorar, ahora por mí.
Entrañable la melancolía y no esto que empiezo a sentir y sólo el llanto evita.
La Tera también me cuida y cuando, ayer por ejemplo, ve que algo no marcha bien, llama para darse una vuelta. Claro, en una siesta tras otra por el libro, no contesto, jjj.
La Acá y Allá termina la plática con un Quién sabe qué acabas de desatar, pues se animó a decirle al interfecto.
Esto de jugar a la vida, mi Clown...
Bueno, voy a morir otro rato... dormir, era, jjj.
Se despide el que te quiere hasta que mueras, mucho después que yo... por ahí del siglo XXII y todavía más tarde, cuando tu cosito hable a sus nietos del títere vuelto pantalla que te admiraba, y los míos lean a los suyos la viñeta.
Otra vez dejo esta:
El libro paró, su urgencia aumenta y falta lo imprescindible. En el limbo ando, entonces, y de capa caída ahí pues no sé si nos dará tiempo... de nada, ni de vivir, que pendiente como nunca de las malas noticias creo a ratos que nos matarán a todos, y aquí sobra el prurito con los géneros.
Por más que duela, jugar a la vida pedimos, ¿no?
¿Escuchas las olas, insomne?
-0-
Horas después de nuestra llamada alguien pasa una leyenda con la firma de Picasso: "El hombre no deja de enamorarse cuando envejece, por el contrario envejece cuando deja de enamorarse." Jjj.
¿Rejuvenezco, yo y a la viñeta, recordando el 2008?
La viñeta, los cuadernos, están plagados de No. ¿Será que a todo renuncio, como a ti? Está bien, entonces, casi siempre, ahora no, jjj.
-0-
Mi Tac -pa variar-, falta una hora y treinta nueve minutos para vernos y ya no doy más trabajando en el libro.
No sé cómo andamos de música. ¿Vuelta a la costumbre con lo primero que encuentre?
Debo la justificación de hablar de sexo hasta en la sopa. Será otro día, que muchas cosas más tuvimos.
Describiré un día habitual tuyo entonces, antes de decidirnos al paso.
La Tic dormía con un playera y no desnuda pues esta casita es fría. Habitualmente al despertar yo encontraba vacío el lado exterior de la cama, que la acaparadora hizo suyo desde el primer día con el pretexto de evitarme las molestias de sus frecuentes escapadas por no conciliar el sueño.
Era una dormilona, en realidad, pero espaciaba las horas, y digo que había pretexto al empoderarse (jjj) del costado ese, porque al Cuac siempre le gustó la noche y cada día la escuchaba acercarse un par de veces por el corto pasillo entre la recámara y la sala. Reproducía multiplicada la costumbre de los nietos cuando los traía de visita.
Perdón, confundo a nuestros contados lectores de ambos sexos, en la mezcla de periodos, al prometer que hablaría del primer y empezar por el segundo, jjj.
Si bien la confusión en el tema era la norma. En los dos meses en cuartos separados había, justo, la variante E y S, alias nietos u Ohsis. Dejé a la Clown el que tiene el baño al lado, y las veladas con aquéllos debía mudarse al segundo.
-0-
No sé por qué a ratos me sorprendo de parecer raro, si soy rarísimo, jjj, Canción. O tengo humor y rebajó la pobre conciencia sobre mí mismo o muero.
Por el trabajo hoy no estaré para la llamada.
Muy posiblemente te obligo a lo que preferirías evitar. De veras no me ofenderé si vuelves al silencio, Tú. La viñeta continuaría, creo, con los recuerdos, para la supervivencia.
Que soy quien subió a la azotea apenas pudo andar y luego en sueños bajaba a la calle a hacer la vida, digo en el inicio de Desde la azotea, y a continuación hay un Partir y no haber sido donde se anduvo, el lugar lleno de ruido... o algo por el estilo.
Nadie me vio jamás, afirmo también, y doy por sentado debe excluirse a las sombras, pues sombras son el hermano pequeño, el abuelo, el resto de La corte de medianoche... y tú.
Ay, mi lenguaje cifrado.
A veces no sé qué hacer con este yo en el Níger-Magdalena estirando la mano a quienes entran por la doble puerta cantinera a un lado; haciéndolo apenas, en justo cobro por nuestro semi invisible espectáculo.
Espantemos la tristeza con el regreso a la imagen de la Tic apareciendo por el pasillo desde el cuarto en el madrugada y el Cuac que al verte muere de amor. Continuabas así la estampa de los nietos cuando los traía aquí:
-¿Qué haces, Pupa? -preguntaba uno u otro con su carita de dulce, desde el metro de alto o menos, en discreto reclamo por no acurrucarlos.
Tú no decías nada y jalabas una silla para sentarte a mi lado, si era durante los dos primeros meses, o a horcajadas en los de después. Renunciar a eso representó mi mayor acto de amor, como antes por los hijos y más tarde con S y E. La renuncia para la liberación del otro.
Voy a dormir, P. Un enorme beso.
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Hoy sólo tuvimos contacto para confirmar que mañana nos veríamos como siempre. Acabo de enviarte un correo dando las gracias por estas semanas de intentar lo que no tiene caso y siento te apabulla.
Estaré bien y siempre tan cerca como necesites y sé que seguirás los pasos de tu pato, agradecidos ambos y cada uno dentro del otro hasta el último día, el tuyo y el mío.
Continuaré la viñeta como culto a la memoria.
-0-
-0-
Dos meses después contravienes las reglas con un escueto Hola.
Nostálgico, te paso algo treinta años más viejo que tú
Sabías que me gustaría mucho, mucho. ¿El apuro en mostrarla fue por el clip de aquí arriba? Sí que coloreas mi mundo, Tic.
Cuando nos conocimos yo echaba a correr cada diez minutos de la red social. Eso te divertía supe no por tu timidez allí, aunque éramos poquitos entonces. Me lo dijo tu mamá en una de nuestras frecuentes llamadas ¡por teléfono!, y detrás escuche a la P quejarse entre risas. Mi heterodoxo comportamiento virtual era un buen motivo para desinhibirte, al punto de no apuñalar a la querida amiga por la orden de que me cantaras.
Quedé patitieso, jjj. Con eso tenía para adorarte al compartir luego los días. Nadie, ni tú, imaginas qué tan cruel fue el silencio en esta casa al marcharte. El archivo de hoy suena sin parar desde que llegó. Quedas obligada entonces a grabarme uno por semana, al menos, jjj.
En siendo mis 4:48 voy a dormir hasta la hora de llamarte, ¿sí? Quedas de fondo, ruiseñor, jjj. Lo que haga el sueño con los cantos no es responsabilidad mía, jjj.
A cambio y sin dedicatoria, claro, dejo esto
Tus canciones siguen sonando y no sé qué poner a cambio. Ah. ¿Recuerdas cuando mis payasadas por la calle te hicieron decir que caminaba como esta rola?
El payasito de ellos y tuyo. Muero de nostalgia con justísima razón.
Por cierto, sigo sin entender porqué te reías de mi caminar cómo negro culón y ritmoso, jjj.
Mis nalgas-bicicleta ponían loquita a la Tic. ¿Dónde se fueron en tan poco tiempo?. Claro, te las llevaste de recuerdo, jjj. Que conste mi honradez a cambio, pues sigues con todo muy bien puesto, jjj. No te pido perdón al decirlo:conociéndome no olvidas en nuestras llamadas los paseos por el balcón y la estancia en comprobación de lo todavía más hermosa que éstas.
La peculiar P relación con el cuerpo. Lo amas y lo ocultas a los otros o crees hacerlo.
Juro que no fantaseo sexualmente contigo y los recuerdos. Quedaron donde deben y los traigo a la viñeta muy poco y sólo para dejar constancia de momentos extraordinarios en cualquier pareja, pienso.
Me comprometí a detallar tu plano, jjj, y sigo sin atreverme.
No consigo resignarme a la vejez exterior. El rostro lo asumí y en los meses pasados hice un exitoso esfuerzo con los brazos, la espaldas y las nalgas que quedaron. Anoche estuve a punto de suicidarme por las piernas. Seguro encontraré solución para enseguida percibir algo más o el regreso al deterioro de tal o cual parte "saneada".
Es difícil, Tac, sentirte y actuar como joven y comprobar en el espejo lo natural. Por fortuna te fuiste. Esta etapa habría sido terrible (exagero, ya sabes que se me da, y no).
-0-
Siempre loco, tu Cuac hoy se siente capaz de enamorar a la más codiciada: tú.
No te di el único viaje que a los dos se nos antojaba. ¿Hice los anteriores, treinta años antes, para conocer cómo mejor perdernos en esa ruta, río arriba ahora por la Tic voluntad?
El secreto de toda historia está en sustraerla a quien la mostramos, supe a ciencia cierta repasando hace poco la novela que con terquedad te inculqué. Así la nuestra. De súbito estás sobre ¿un escenario? Mis paisanos creerán imaginar el sitio y no hay mucho para que sus cabezas escojan. De lo demás.... ¿Te recargabas en un piano al estilo romanticismo entreguerras?
Misterio de misterios, ¿existes, Tic?, ¿hubo un 2008 al fondo de la privada? Nadie más que tú, los nietos, tu pequeño al contemplarnos hoy frente a las pantallas, y el negro-blanco con prudente bemba, jjj, tienen idea.
Voy a dormir las dos horas que quedan para vernos. Toca canción, eh, jjj.
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4:02 am para ti y tocas a la puerta virtual. Tu cosito tiene vacaciones y el tiempo, por lo común fuera de lugar para la Tic, es tan maleable como su cuerpo, recuerdas doblándote sobre la balaustrada. No temeré que caigas, tienes por seguro, pues jamás dudo que quienes amo están bien. Excepto el único día de bronca con los nietos, ¿verdad?
-¡Deja eso! -grité con los pelos de punta viendo al Emi recoger la paleta del basurero en que la echó por mi titubeo. Altanero el sagrado piojo me retó, intercediste, etcétera, jjj. Eran épocas de la gripe mortal aquella, aclaro en descargo.
Preguntas cuánto los extraño, sin precisar cómo. La fórmula es la misma que contigo, fuera, desde luego, en que con ellos aguardo por la necesidad de abuelo, cuando se confronten con el mundo... y yo tal vez no esté.
Uy, falta la música (mucho esperé para encontrarle el justo lugar)
Sí, espanto las sensaciones de esa estampa primera al amanecer. Los muslos se ceñían a la falda larga de algodón y el cabello escondiéndose en la caída entre dos balastres multiplicaba el eterno enigma del P rostro.
¿Hacemos uno de los silencios que te gustan?
Digo al viento de la viñeta y no a ti, que eras completamente mía.
Vaya que merezco el reconocimiento del universo por obligarte a partir. Tengo con el que sé tu hombre me dio.
Menudo estúpido. Si el idilio con los Ohsis duró dos años y medio y sobrevivimos luego los tres...
-Me debes dieciocho meses -dije al incorporarte tras unas cabriolas hace unas horas.
-Te los doy -fue tu respuesta -y cuantos más quieras.
Los tomaré sin torturas para los dos, propongo ahora abriendo las fotos de entonces que enviaste.
Poco faltó para que subieras al muro virtual la de tu cara contra el muro preferido en la culminación del placer, con mi perfil diciendo mil cosas.
No hay despedida, entonces. Haré un café, ¿quieres algo?
-0-
Dieciocho meses y cuantos más quieras, fueron tus palabras.
"No pediste nada a cambio
diste lo mejor de ti"
canta el hombre, y para terminar
"abrázame hasta que llegue mi hora..."
Como no puedo componer canciones, busco con esmero.
-Soy la misma que te recibe cada día -decías en silencio y yo con la mirada contestaba Lo sé. El resto está en la canción.
El año juntos tuvimos sexo en muchos más lugares que los señalados en el croquis, sin tocarnos o haciéndolo apenas, y como prueba están las fotos. Porque las horas cada día confundiéndonos con los cuerpos, permanecían.
Permanecer, de eso trata, quedó claro hoy.
No es que te quiera, Tic; que sin ti no pueda vivir. Va de otra cosa. Y sino preguntemos otra vez al sueño aquel, que no necesito ahora, cuando regreso a la cama y bajas la calle empedrada.
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En la Tic las puertas estaban abiertas de par en par. Contenerte era el reto para los dos y el pequeño departamento lo lograba con dificultad. Tu voz encantando al vecindario incluso al moderarla, hacía que esperaran por verte salir.
(Un silencio, Cosa.)
Entraba y me derramaba en ti las veinticuatro horas, a la manera de los nietos por el influjo y no ¿el deseo? ¿Sentía deseo por P? La pregunta resulta absurda. El apetito se tiene por lo que está fuera y como con S y E vivía en tu interior dilatado hasta el confín. Quien no lo entienda no fue padre o hijo.
Y luz es luz, sin más de por medio esta mañana paseando la cámara por tu cuerpo con un propósito: Recuerda mi aroma y vístelo con sol a raudales y sal y perfume de niño.
Al final me llevaste a los ojos, donde debía descubrir a Él. De vuelta al rostro completo, el último mensaje: Soy la de siempre, Cuac.
Confirmabas mi sueño. Nos enfrascamos en los cuerpos pues todo está allí. Al despedirnos consulté a San Juan de la Cruz: persiguió a través de las calles a su Señor guiándose por las emanaciones, y carne y líquidos se abrazaron ambos.
-Recuerda, el pecado no existe -dijo P a la manera suya.
Delicadísimos temas para mis palabras y no para mis nervios.
Déjalos que acumulen borrones, Clown, apretados a su esquizofrenia como lobos hambrientos y llenos de miedo.
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Seriedad, Gesticuladora, y no rías de lo que pongo aquí. Sr. Profundidades volví a ser a las siete en punto, Aprovechada de Occidente, jjj.
Como no bebo, la única oportunidad de filosofar es cuaderneando, vieja. Por cierto, te vi patas de gallo, eh, jjj. Mal pretexto para que siguiéramos sin canción nueva. No se puede confiar en nadie, ni en una cantautora, por mucho que reclamara mi protección entre las multitudes de más de veinte personas, jjj. Tic exagerada.
En castigo va mi amo, con lo que seguro no conoces
¿Te preparó esa del Don? Porque mandando la quejumbre de una buena vez a la mierda, hija mía, espérante muchas otras.
Plasti, un par de amigas me agarraron a patadas y en respuesta lleváronse su justa dosis, que el Tac es un pan de Dios con un carácter del demonio, según no te consta sino en eco, Aprovechada, tú y el par de ya no tan zotacos. Espera, voy por fotos.
Mientras, aguantas la que no mandé hacer para ti, desde luegamente, si bien en lo de doblarse podría, jjj
Aquí los tienes un año atrás
Realmente importa poco si no los veo. Cualquier día secuestrarelos. Entretanto su amadísimo pa pasa diario registro de ellos.
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El Cuac en todas sus personalidades permanece las veinticuatro horas contigo. La canción a la muchacha de otra ciudad estaba reservada a ti y así sigue siendo, pues la hicimos nuestra con muchas más en la lista de reproducción que alimento.
En 2008 el destino nos separaba y hoy nos une hasta el final.
Una vez dicho lo que por evidente debía callarse, procedamos al amor sin memorandums, jjj.
Divirtiole ya a la Gesti tentar a la pulmonía o le apareció una vocación desconocida, aprovechando el verano de la costa tropical.
¿Te crees muy guapa con sólo una blusita en los paseos para mostrarme tu casa y el horizonte de la ciudad muelle y el mar esta madrugada enloquecedor, de nubes galeón que avanzaban realmente a remos, por la lentitud, en imaginario blanco coral pues la luna sin disputas despidiéndose a un lado alcanzaba apenas el primer ramo?
Canto de las sirenas, llamarían a lo que hoy entonaste, Ainé, Aedea o como quiera que te llames, bruja (ese yo fue a buscar el ensayo de Michelet, ¿recuerdas?).
Si el clip acaba, pica y vendrá la lista, tictana, jjj. No necesitamos más para embriagarnos, par de abstemios, y, con todo, busco imágenes de tu libro preferido en esta casa (no quisiste llevártelo, a pesar de mi insistencia). ¡Hay un pdf descargable!
Buscaba al anciano Papá Dembo, vestido con su túnica azul, y en internet no encuentro casi nada decente.
(Es Nshare, fundador del pueblo bamun.)
Cuento a la hermanita Dany el recuentro contigo y pregunta si quiero salir corriendo a tu nuevo pueblo. Lo haré un día para mirarte de lejos con tu cosito. Apenas eso, que el tiempo juntos es suficiente, ¿verdad?Confieso que te soñé en la siesta, de pecaminosa manera, jjj. El tono anterior se repitió con un escenario distinto y aun así místico, esta vez no cristiano, sacado de no sé dónde. Quizá lo invocó la música, sin corresponderla. Celta o de los pueblos indios norteamericanos, era el lugar, o cualquier otra cosa que sin conciencia haya tomado en los viajes por la historia.
¿Qué suplía a los virginales dedos ruborizados en mi mentón? No atino.
Ya es la hora, Clown.
-0-
Otro día.
Faltan catorce minutos, Tic.
¿Te gusta esto?
Es la hora. ¿Me volverás a sorprender?
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Mi P, a las 8:10 voy a dormir prometiéndote que no pararé en el esfuerzo de cumplirle al don, para los dos.
5:56. Una hora y cuatro minutos... para la impuntual que siempre se atrasa o adelanta jjj.
Hoy, doña Eleni, que acompañas tan bien. Ay, Tic.
De amor sólo saben los padres y los hijos, creo, más allá del daño profundo que los primeros producen en los segundos. O quienes nada piden a cambio.
A mi alrededor entre lxs jóvenes está más o menos extendida la decisión de no procrear. Ganan en libertad y pierden en hondura.
Sin su niño la P moriría. ¿Egoísmo? No callemos nada. Si los otros y otras así lo quieren, allá ellas y ellos, ¿verdad?
La pertinencia de los géneros. Sigo debiendo la explicación, ¿tiene sentido, no es mejor mostrarla?
No encuentro esos dedos de la virgen acariciando apenas el mentón del Padre o del hijo, tan clásicas. Sí, en su lugar, este reclinarse. El espíritu es el mismo.
En un tono así tuvimos nuestro primer encuentro sexual durante mi sueño. Caigo ahora en la razón de la voluptuosidad de tu carne allí.
Estoy cansado de citar a San Juan de la Cruz y batallo siempre buscando la cita -de cita todo; de encuentro convenido; cuánto fortuna tiene siempre mi torpeza con las palabras.
Ya casi. Voy a hacer un café, Cosa.
-0-
Hoy pasamos casi todo el día juntos, así que no puedo complacerme resistiendo despierto hasta tu amanecer (jjj), mi cada vez más Tic, tac.
-0-
Eso fue el sábado. El domingo no nos vimos y el día juntos se repitió. P, ya no te me vas ni un segundo.
Cántamela, Cosa
Así hoy, lo que hace sin falta cuando pasan las mariposas del principio de la noche. Abre el portón, baja la calle de escalones empedrados dejando atrás la que conduce al centro del pequeño puerto, para internarse entre las palmeras y sortear los mangles.
Donde podría pensarse la ciudad se agota aparece un pueblo pendiente de una gran fogata. Todos y todas están alrededor, como hace vaya a saber cuánto, compartiendo el día y la cena común.
Le despejan un lugar en las largas bancas y canta.
Después preguntó ¿Vendrás?
Iré, sí. Debo decidir si lo haré para presentarme en su casa o en cualquier otro lugar o si le dejaré saber que la contemplo. ¿Por qué no jugar? Digamos, a sentarme sobre la playa cerca de ella y su enano. O corretear allí con él. O a mirarnos de lejos en la madrugada, como hacemos ahora.
Fantasías así sólo hay manera de cumplirlas contigo, Tic.
enséñame el lugar que olvidé, que no conozco...
enséñame el lugar dónde el sufrimiento comenzó.
Recordé la canción, Cosa, pues de eso se trata entre nosotros.
P conoce el sufrimiento tan bien como quien más y sabe que no sólo la muerte o el hambre lo producen. De apurarme un poco diré que P sabe todo.
Sería pobrísima nuestra historia si se redujera al idilio. El misticismo de la apasionada Tic-Cuac sexualidad y de cuanto tuvimos, nació en la fuente profunda del dolor.
Iré, ya.
Me quieres todavía porque no saliste de esta casa a una cuna en el río. Si perdíamos el preciso momento habría resultado extraordinariamente difícil después.
Puf, cuán solemne en la viñeta. Para de reír, jjj.
La mañana que no responda a tu llamada, asoma al balcón.
-0-
Es de tarde, Júrame, Gesticuladora, Dama del puerto para terminar -tú sí y no quien creí te emularía-, y la Acá y Allá se aleja por el patio. Necesitaba dinero la chaparrita de diecinueve años y por no dárselo sin más, apenándola, le ofrecí limpiara la casita a cambio. El obligado remate fue la asesoría en amores, que no necesita y le sirve para soltar la lengua.
La Niña reapareció. Tuvo una hija prematura y pena por la atrabancada relación con su pareja, hombre bueno cuyas fracturas encajan en las de ella.
Tu vecina de viñeta se ofendió. Lee esta y entiende lo que debería ser obvio: el viejo no quiere más juegos y daba pie a su fantasía como hace todo con las jóvenes, por agradecida solidaridad.
-0-
Alguien que se acercó a esto declara su decepción. No tengo la culpa, le digo, si somos como somos, pues aquí de literatura hay lo que de forzosa recreación en cualquier crónica personal, y ya. Por el alguien me avergüenzan nuestra simplonas personalidades, tan poco Maga y Oliveira, pongamos. Por nosotros, me congratulo.
Desde luego tampoco somos canción del Don, si bien...
Con tu boca de mercurio en los tiempos misionarios,
y tus ojos como humo y tus oraciones como rimas,
y tu cruz de plata, y tu voz como campanadas,
¿quién de ellos piensa que podría encerrarte? (...)
¿quién de ellos piensa que podría llevarte? (...)
¿quién de ellos piensa que podría vencerte? (...)¿quién de ellos intentaría impresionarte? B.Dylan
La Tic no admiraba al Cuac. Le tenía sin cuidado si era un pobre diablo. Los ojos bastaban.
La bárbara Acá echó a la basura dos sillas, Gesti, que se desarmaron. Le hablé de su hechura y de los muchos años a mi lado. No la convencí hasta mostrarle fotos tuyas.
-La conservan a ella, ¿ve?
Con un respeto rallano en devoción, las devolvió a su lugar, jjj.
Uy, no me acordé de la música, jjj.
Busco a la hermana, la madre o no sé quién de esta mujer que no conocía
Ya, huyamos de aquí.
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Él, pa de E y S, pasea a veces con ellos por los cuadernos, y el Nuevo lo hace a solas. Ustedes son mis únicos lectores ciertos, pues saben qué hay detrás de los burdos símbolos.
Cada vez voy un poco más lejos, sin moverme apenas de la silla desde donde percibí tu peculiar mirada aquella tarde, mientras escribía El idiota y así encontraba a los nietos como acompañantes y destinatarios. ¿Qué hacían entonces el abuelo y el resto de mi Corte de medianoche? Si tú no tienes idea, jodímosla, Tic, jjj.
Cuando hace unos días te vi atravesar la espesura en que el puerto desaparece, tuve miedo y todavía me debes una explicación sobre cómo andas confiadamente por allí. En esos lados matan, secuestran, desaparecen, violan, a la manera de casi toda nuestra infernal casa. Supongo que tu pequeño pueblo fantástico te protege. Aun así...
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Nos toca salir a la calle con muchos, Júrame.
La Acá vino de nuevo para ayudarme.
Hoy cumple veinte.
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Mi río Magdalena, ¿ubicas la tonta representación de los cuadernos? Sí, por supuesto.
Cíclicamete abandono las redes sociales, igual que cuando nos conocimos. Una, en concreto, pues a la otra llevó meses sin entrar. Hablo de las usuales. Me refugié en una cuenta pequeñita, donde trabajo con los talleres. Fuera de ellos cada vez estoy más aislado. No hay alarde, pues, cuando cito al Magdalena.
Esta viñeta no es para contarte mis días, de los cuales tampoco te informo en nuestros encuentros. Se trata de que entreveas cuán fácil resultaría mudarme cerca de ti y porqué no lo hago.
Mañana con la Mal y Sofi trataremos de concretar un proyecto.
El país, todo él, pareciera condenarse al desastre. Los talleres probarían lo contrario. Hay tanta y tan rica vida allí.
Mira, encontré una de nuestras adoraciones
Para cambiar el tono ¿un poco de tu croquis sexoso sobre la casita?
Sabías que resultaría muy fácil convencerme si te acercabas, no lo hiciste y sin proponértelo el efecto se multiplicó por la distancia misma y el silencio, pues los argumentos nos los dimos así, sin palabras.
Quedaste en un haz, Cosa, como suele pasar cuando la emoción emborracha. Los sentidos tienen facultades que exploramos muy mal, y aseguraría que también para ti la figura en la cual te concentrabas adquirió un tamaño, un volumen, una proximidad irracionales.
Por eso percibía tu respiración y el escalofrío a lo largo de tu cuerpo, desnudado en el cabello, cuyas puntas alteraron la composición con ese mínimo suficiente que había notado muchas veces.
Te temblaron un poco los labios, Tic. En realidad pudimos no tocarnos. Bastaba la declaración y temo traicionarte al contar como lo hago.
Cuanto hubiera esa tarde podían presenciarlo las fotos de los nietos y los hijos, en las paredes, al pie de los espejos, sobre las mesitas y el escritorio.
No envilecer el acto, era la condición.
A lo repentino la mirada se te enturbió y la dirigiste a tan claro lugar, que entendí.
-Voltea, Tic -dije para que encontrarás explicación en mí, imagen paternal. Sí el llamado era una costumbre para entonces, debía esmerarse al cruzar a la incierta orilla.
Entonces hiciste lo inesperado: levantar un poco la falda y con una caricia subir por la pierna hasta la que se descubrió fuente.
Ibas a medio camino cuando dejé la silla (puf, agota poner en palabras la hora, jjj) y al levantarlos tus ojos fueron una orden. Luego la sonrisa dulce, sin picardía, incorporarte y en un tris estar tendida sobre el futón.
-0-
P, repito, y no me refiero al futón ni a ningún otro resquicio donde giré con tu cuerpo
Y responde ella:
«Aunque nuestro amor se desvanezca,
permanezcamos junto al borde solitario de este lago,
juntos en este momento especial
en el que la pasión, pobre criatura cansada, cae dormida. Yeats (traducido por X)
Cuando uno se queda sin qué decir, por fortuna hay muchos a quien puede acudirse.permanezcamos junto al borde solitario de este lago,
juntos en este momento especial
en el que la pasión, pobre criatura cansada, cae dormida. Yeats (traducido por X)
-0-
El futón, una niña echada en él, ¿aguardando? De vuelta, no. Suspender el instante, bambolearlo, hacerle una profunda horadación... o permitir que continuara su espléndido curso, tarde silbando una melodía de vago.
No hay manera de recoger esa o cualquier otra sencilla situación. Recogerla... sin falta al rescate las palabras, a pesar de la torpeza del que pide por ellas.
Toma tiempo contar pues el salto era gigantesco. Me senté pegadito a ti para que mis manos y mi boca hicieran la travesía desde las protectoras caricias, que el anuncio de tus muslos y de la liquidez en la herida entre las piernas apuró.
Había aprendido a querer esa piel y apenas tocarla ahora fue distinta, invitación que aceptaba parsimoniosamente y por ello sin duda di paso al más completo abandono de tu cuerpo. Nadie jamás estuvo tan inerme ante mí.
¿Raro el sueño aquél y las referencias a las imágenes renacentistas? Las puntas de los dedos al recorrerme...
Suficiente por hoy, Tic.
Quedas en el escenario girando.
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(Una hora después vuelvo al intento.) Inerme, dije entre figuras mal construidas. Tieso el Cuac con la viñeta, fluye de tarde en tarde... pero estamos tras una, ¿no?, jjj.
¿P inerme por voluntad demandaba qué yo?, ¿el de hasta entonces o el del curriculum amoroso que descaraban las fotos en un canasto, los cuadernos, la docena de diarias llamadas sin interlocutor, la angustia cuyo único reposo era la pasión?
El Cuac tenía dudas de otra especie y reunidas echarían a perder el momento, sino fuera por lo que a los dos nos decidió...
Paro, Cosa.
-0-
Leí esto. ¿Cuánto nos reflejo, juntos y por separado, en dos tiempos, y para qué?
Ticteo, luego existo, en 2008 y 2015, y los años en medio se reforman a conveniencia, me parece. ¿Cómo sería mi vida de no reencontrarnos?, ¿y si mañana te haces humo?
Conociste a un Cuac en desgracia, pensaban los demás, y a solas tengo la misma impresión ahora, cuando menos por momentos. Rescatas al viejo, pues, también ante el espejo. Y así, curiosa o sintomáticamente, no sé, volvemos a la escena del futón. Bueno, todos los caminos conducen a Roma, ¿no?, jjj. O lo que es igual: la existencia cabe en un colchón japonés que convirtieron en sala y remanso del placer, jjj, o, sin jejear, P y B estaban con sus días por entero a las 5:28 pm, aprox, del 26 de febrero, en el multicitado año.
Una de mis chistosas mezclas musicales terminó mientras nos mirábamos a distancia, de modo que nos recreó la tarde a solas y más adelante tus tarareos.
Aclarémosle al respetable de la viñeta que "nuestra" privada es pródiga en atmósferas. Cómo olvidar, por ejemplo, el sublime concierto cotidiano antes de la comida. El nipón -vaya casualidad, jjj- del piso alto hacia escalas preparándose para cantar en un bar y tal si lo hubieran ensayado, primero el perro del sastre y después el gallo al fondo lo imitaban durante el aria, llamémosla así, que prorrumpía en el segundo movimiento con el resto de los canes y los niños al regresar de la escuela, jjj -la Tic grabó el espectáculo.
De las luces por la ventana al patio mejor ni hablamos. Ésta hacia un oriente imperfecto, con la escalera a un costado ocultando el sol excepto en tales y cuales horas de la mañana, literalmente aspira los rebotes que reposan tras el conflicto, y la sala entonces se envuelve con varias fuentes -de luz hablamos todavía, claro-, pues el otro patio, del lavadero, es dadivoso y a su modo también el pasillo a la recámara principal, en eterna penumbra.
P estaba recostada al pie de dos cuadros luminosos, entre una salpicadura de azules y amarillos y un toque rojo, que le ablandaba la piel, y el cabello, los ojos, las abundantes cejas y pestañas negros, tenían un contraste singular.
Ya dije que a su piel parecía faltarle el gusto fuerte que yo identificaba con los morenos encendidos, y así era. La pobre vellosidad advertía algo por el estilo en la supuración, y en esta caso me equivocaba. Una frágil película aceitosa fue lo que encontré, por primera vez en ella y en cualquier otra mujer -venía de la bisabuela de nuestro norte indígena, según la propia Tic-.
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Acabo de ver esto, Cosa, y me pregunto si una película puede cambiarte la vida.
Dejo la música
Tú y yo a punto de hacer el amor por primera vez, y detrás el mundo. De tanto usar la palabra perdió sentido: mundo.
El quid está en la secuencia final. El quid no de la película sino de nosotros esa tarde y del Cuac hoy, casi al amanecer -¿amanecer, sí?
¿Lo que evité fue la vida, creyendo asirla mejor? La pobreza o riqueza de un hombre o una mujer se mide por cuánto experimentó. Presumo nuestra relación y quizás fue intrascendente. A dudas así debemos enfrentarnos. De otra forma para qué venir.
¿Me confundo? ¿Basta ser bueno?, interrogo con frecuencia en voz alta y rigurosamente la respuesta es Sí.
Ay, Tic, qué mal ando, jjj.
Voy a dormir para verte en un rato -le encargo al sueño las aclaraciones, jjj y no jjj, que es un cabrón el señor.
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El "señor", Consejo de los Sueños para los sioux, fue benévolo y me premió con un despertar cuyo contento transmití al compadre gorrión. Lo conociste, Gesti, y tu capacidad para apreciar esas cosas permitió integrarlo a la vida en común.
Vino a despedirse en nuestra nunca mejor nombrada dichosa tarde, cuando hicimos una pausa. Esperándolo en las cornisas a sus espaldas, otros y otras de la cofradía. Entre ellos una tórtola mogijata, que no quiso mirar, jjj, ni porque le cantaste esta
El descubrimiento de un cuerpo no le pide nada a la mayor aventura en tierras desconocidas, digamos a lo payaso y -para variar- no.
-Pancha -díjote el yo-, por qué tan buena tú siendo tan mala la de la canción.
No, pues me tocaron los primeros picotazos de la relación.
Ni creas que ya nos desviamos, Cuentera -de cuentas y cuentos- y que dejaré de exhibirte en la mera exaltación de los bajos instintos. Bajoinstintosa, de plano, cuando me puse a recorrer tus piernas con una mano pues la otra seguía haciéndole al abuelo tranquilizador, el infarto no vino porque ya me había dado... años atrás, jjj.
Chale y recontrachale acordándome. ¿Eso iba a tener de ahí en delante? Es que deja que te explique, Tic. No, mejor no. Las palabras salen sobrando con el espectáculo.
A la mayoría de los celulares les faltaba cámara o tenían una burda y nuestras fotos se tomaron con la digital barata que Él desechó. Abro el centenar que recién recibí de ti.
Puse una en días pasados para quitarla de inmediato. A quien quiera P azul celeste que su imaginación le cueste, jjj.
De líquidos hablé aquí hace un rato y a la porra se fue el profesionalísimo comentario, jjj. Rescatemos un fragmento: la madre de mis hijos era una mujer fuente, figura mitológica cuando las páginas porno no proliferaban. Y volvamos de nuevo a mi mano recorriendo tus muslos. (Uy, Gesti, se me acaban los cigarros y a las 5:24 am no tengo fuerzas para ir a la tienda.)