lunes, 16 de marzo de 2020

En el lugar equivocado, o Acoso

Si por casualidad entra aquí, Amiga: el proyecto puede continuar, sin que yo esté de por medio, como le dije. Nadie cerca mío conoce la historia. 

Los ya doce años haciendo osos con jóvenes me mostró mundos insospechados y terribles. Viví siempre en los más o menos frescos ambientes de quienes luchan. Fuera de ellos, qué horror.
También exhibieron mis bajezas ocultas.
Vivimos sobre estercoleros y si se consigue transformar a la sociedad ahí seguirán.
Doscientos siglos son una carga pesadísima.

Llegamos a lo típico. Me dice Ya estuvo -Párele, pues, o le rompo la madre, jeje, -y yo la bloqueo. 
Es una lástima pues por dos años fuimos buenos, lejanos amigos virtuales, me producía un particular respeto y encajamos apenas vernos para actividades conjuntas.
-Está que ni mandada hacer para muchas cosas como las que yo debería continuar y le serviré de puente -pensé, y sus compromisos personales animaban a alentarla.
Al día siguiente parecíamos complices apostando por el futuro, con un proyecto genial que se levantó en minutos. 
-Para el resto de la vida -decía yo para mí sin saberlo e hice lo indebido: pedirle que me besara.
Aceptó comedidamente y se inició un intenso intercambio de mensajes.
Ella también estaba desbordada:
-Voy a su ciudad, con usted, el próximo viernes.
Por delante nuestro trabajo y la gran perspectiva que le veía, fue cocinándose algo más, atrabancado.
Nada es imposible y cualquier locura ha de aplaudirse, convinimos cada quien a su manera.
Había una dramática diferencia: ella estaba hecha para patear siempre que fuera o pareciera preciso, y yo soy un pacifista al cual solo las revoluciones provocan.
Luego sucedió eso sugerido aquí abajo y me enganché en la urgencia por su pasión.
No conseguí convencerla. Eso estaba en los sombrerazos a continuación, si bien procedí como debía.
Ni las luces le veré ya... por desgracia.

La pregunta a las ellas involucradas es porqué inician o, en este caso, acompañan el juego. 
¿Mi quijositosis a qué equivale contemplándola a usted, Amiga? No fui yo quien prometió viajar o neceó con involucrar a una tercera persona aunque yo me resistía o señaló a posibles culplables de denunciar la publicación o... El viejo al menos hace cuentas y se reconoce en rojos. Vuestra señoría finge demencia.
Previéndolo, escribí Deposición. Tan simpáticas que quedaron las dos primeras viñetitas, ahora borradas para no exhibirla.
¿Sabe?, no me equivocaba al llamar acoso a mi primera iniciativa. Lo razonable era denunciarme y en cambio precipitó el enredo. Asi fue forzándose a continuación y terminó cobrando de mala manera. Pagué. Por eso al final usted sentía tener todos los ases en la mano. Su caja registradora era un contento en whatsap, FB y donde se pudiera -¿Que es una pendeja la fulana? Entonces quiero verla, y a ti, con tu verga que seguro no vale nada junto a mis maravillosas nalgas-. Decía, en resumen: ¡Ten, viejo culero!, para que sigamos con lo que interesa.
Intento reparar el daño irreparable porque dio donde más daño te hace. La vida así es mejor no vivirla.
No, lo nuestro no se trata de torpeza, con estudios o sin ellos -equivocaste la bala, por cierto, pues tienes muchos más que yo.

El obvio fondo, debería llamarse esta parte.
No lo había hecho nunca, al menos durante mi tercera edad, pues quienes se acercaron antes tomaron la iniciativa. Aunque los elementos son los mismos, si miramos bien.
Esa joven me necesitaba para sacar adelante un inesperado proyecto que diseñé sin trampas. Besarme por pedido fue el principio. Luego animó  la continuación, introyectando mi abuso y volviéndolo contra otra mujer, del modo más a propopósito: con sexo perverso.
He aquí al poder que obra sobre dos buenas personas para deformarlas.
Un recurso masculino, pues, operado en principio por quien históricamente lo aprovecha, ahora en la vejez que así cree ocultarse y echa mano de poderes cuyos procedencia es social.        
 

Desafortunadamente esta y las demás historias del cuaderno son ciertas. Claro, están contadas por el viejo y no sabemos qué tan grotescas resultan para sus cointérpretes.
No abundo en la cuestión pues trato con ella cien veces.
Los sueños son hermosos, terribles o insustanciales. A mis vivencias amorosas no atinó cómo llamarlas y cuando despierto estoy a tal punto apenado que quisiera meterme en un hoyo por secula, seculorum, jeje.
Para algo servirán, me digo.
-En efecto. Un médico les sacará buen partido. Pregúntanos a nosotras y haremos cuantas precisiones necesites -dicen Mía y el etcétera que espero termine con Amiga, a quien aquí hago referencia.
Estos asuntos son como mi cabello. Frente al espejo se ve bien. Como no alcanzo a apreciar la coronilla... jeje.

Bueno, a final de cuentas me parezco al resto de los mortales. Todo bien hasta la calva, jeje.


Nunca vas en este cuaderno que debo emplear hoy, Tic, pues denunciaron el normal para ti. Importaría poco sino quisiera compartir tu diario. 
Traerlo aquí es un engorro. Luego le incoporaré lo de ahora. 
No nos vemos hace días AUTOCENSURADO.
Recapitulo. Te conocí AUTOCENSURADO. 
Esta noción AUTOCENSURADO.
Tiempo después AUTOCENSURADO.
Viniste en navidades AUTOCENSURADO.
Continuar AUTOCENSURADO.
-Conmigo o con otra AUTOCENSURADO.
Eso rondaba mi cabeza cuando hallé a una joven que AUTOCENSURADO. 
La aventura prometía AUTOCENSURADO. 
Nos estrenamos,  escribí Canserbero y al amanecer aquello era desatroso, jeje. 
AUTOCENSURADO.
Omito detalles por un estúpido recato. 
Así vuelvo AUTOCENSURADO.
(Odio estar en este blog. Sin nuestro diario todo suena a patraña. Bueno, para algo se hicieron los links, ¿no? Ahí va: Inesperada.)